Cuando un
joven se plantea participar, muchas veces se encuentra con que la entidad,
asociación, estructura donde pretende desarrollar sus inquietudes tiene una
forma de funcionar en la que no se siente cómodo. Imaginemos, por ejemplo, una
joven recién llegada a Europa desde un país del norte de África quiere
participar en una asamblea de una organización juvenil española donde el tono
de voz y las expresiones empleadas por los jóvenes son muy diferentes a las que
se empleaban en su país de origen o un joven que ha padecido déficit de
atención durante su infancia y tiene que permanecer quieto y en silencio, salvo
cuando tiene el turno de palabra, en esa misma asamblea.
En otra
línea diferente pero igualmente innovadora han surgido las comunidades de
aprendizaje enfocadas a la participación juvenil. ¿Qué es una comunidad de
aprendizaje? Es un espacio virtual donde personas con inquietudes sobre el
mismo tema en las que existe la figura del moderador, permanente o rotativo, y
cada persona participante aporta su conocimiento y colabora en la generación de
debates sobre el tema en cuestión. Existen algunas a nivel nacional como Tejiendo redes de la participación en
la que participan jóvenes y asociaciones para innovar sobre la participación
juvenil, basando gran parte de su trabajo en las nuevas tecnologías.
Por último, pero no menos importante, existen muchos
modos de participación juvenil denominada por los teóricos como “participación
suave” como la compra de productos ecológicos y socialmente responsables, las
microdonaciones o las firmas a través de plataformas como change.org. Esta conciencia
participativa facilita, por ejemplo, que ante una decisión injusta como la
retirada de las becas Erasmus para los jóvenes que ya están viviendo la
experiencia en noviembre de 2013; las iniciativas propuestas por los jóvenes
para evitarlo hayan sido numerosas y, sobretodo, hayan tenido éxito.
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